Internet es maravilloso. Quién nos iba a decir hace unos años, a la mayoría de escritores frustrados o frikis con complejo de pregoneros, que íbamos a disponer de un sitio en el que decir lo que nos diese la gana al resto del mundo. Unos conseguimos expresarnos con menor acierto que otros, pero al menos ahí estamos, sin complejos y abiertos a las críticas de personas que no se han tomado ni una mísera caña con nosotros… En fin, con la situación actual supongo que somos muchos los que al disponer de algo más de tiempo libre usamos un blog como válvula de escape.
Nostromo. Hay mucha gente en la red, entre los que me incluyo, que se hacen llamar así, pero sólo hay un único y auténtico Nostromo en este puto mundo, el capataz de cargadores creado por Joseph Conrad. Y él, al igual que todos los que usamos ese alias, es un personaje tan ficticio como real.
Según la mayoría de críticos literarios, Nostromo es una de las novelas más fascinantes del siglo XX, siendo su autor uno de los grandes escritores modernos, y no será el humilde bloguero que firma bajo ese nombre el que diga lo contrario. Se publicó en 1904 y como la mayoría de las obras que he leído de Conrad es densa y compleja… pero maravillosa. No recuerdo haber leído algo de este marino y no haber pensado al pasar la última página: “que cabrón, otra vez me ha cautivado”. Gracias hermano, por haberme iniciado en el universo conradiano.
Emoción. Según la Real Academia Española:
(Del lat. emotĭo, -ōnis).
1. f. Alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática.
Así, sin más que añadir.
Por tanto, está claro… ¿no? Nostromoción no significa nada, es el nombre que me he inventado para este sitio en el que volcaré al mundo todo aquello que me emociona de un modo u otro. Y eso abarca cosas tan dispares como el motociclismo, la música, la náutica, los viajes, la lectura, la naturaleza, el buceo, el cine o la familia y los amigos, estos últimos siempre acompañados de una cervecita fresquita… El sexo no lo incluiré para que no tengáis que picar en una pestañita que sois mayores de edad, cada vez que queráis leer mis desvaríos…
Así pues, comienza la singladura, arrancan los motores, despegamos, nos sumergimos… bueno, dejemos la retórica y empecemos simplemente andando.
Bienvenid@s.